Álvaro Miranda

 

 

Alvaro Miranda

Arte en fuga

La obra de Álvaro Miranda requiere de una suerte de pacto tácito con el espectador, una confabulación secreta que nos permita no sólo entender, sino participar de la particular propuesta que nos formula el artista: lo que veremos no son obras en su sentido clásico, de aquellas que permanecen a perpetuidad en los soportes que las acogen, sino obras en fuga, que eluden lo perenne para consagrarse en momentos efímeros, únicos e irrepetibles.

Al modo de albos espectros, las imágenes dispuestas por el artista aparecen y desaparecen ante la mirada del espectador, bajo un juego de luces y sombras que articula una nueva forma de diálogo con la obra. El soporte ha sido puesto en cuestión y la materialidad del lienzo ha sido desplazada hacia la delicada e inasible naturaleza de la visión.

Sus años de grabador le han hecho buscar un nuevo camino para esta técnica milenaria, no a través de la técnica o las tendencias, sino en el total desplazamiento de la etapa final del proceso: la impresión. Miranda prescinde de la tinta y el papel, para imprimir directamente sobre la retina del espectador, donde se graban las imágenes finamente talladas sobre superficies blancas y tenuemente iluminadas en contraposición al observador. Cada matriz genera una impresión única en los ojos de quien contempla y constituyen, en su conjunto, una obra potencialmente infinita.

La referencia a los espectros en la exposición de Álvaro Miranda no es azarosa pues, en efecto, hay un ánima oculta que habita en todas sus obras. La encontramos también en aquellos inquietantes cuadros donde algo parece querer salir de la tela, romper con la cuadratura del marco y transmitir un mensaje que no puede ser codificado en los límites que impone el soporte tradicional. Como fantasmas que acechan detrás de las paredes, los lienzos móviles de Miranda nos sugieren que hay algo más allá de la obra, un alma indescifrable que sólo puede ser esbozada en la interpretación del espectador.

Las obras mecánicas completan la exposición con una muestra de arte en movimiento. Otro espíritu anima a estas extrañas criaturas que también parecen estar en permanente fuga: lo lúdico y lo mitológico, la memoria y el olvido, el tránsito y el movimiento, son los materiales con los que se ensamblan estas piezas insufladas de vida propia, que desafían lo estático del soporte para abrirse camino y dejar su huella en la sensibilidad del espectador.
Marcela Kûpfer
Periodista

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