Abordando los 50 años pasados desde el golpe militar, JP Neira opta por el gran formato, a fin de configurar una pintura colosal y con múltiples niveles de referencia. En paralelo, Sala Galia realiza un registro en digital de los procesos del artista. Esto aporta el componente de renovación tecnológica, que rescata y permite difundir la performance del artista y su adaptación a esta nueva sala de experimentación.