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Con una pintura desenvuelta y de vocación figurativa, la artista construye una bisagra entre el pasado y presente de América Latina, de su nutrida urdimbre de voces. Mon Laferte añade una nueva hebra a esta trama, en que apela a lo urbano, al trazo gráfico, el spray, reflejando a la América florida, tatuada de afectos íntimos y desigualdades. De Violeta Parra al Street Art, “Procesión” se disemina en personajes y acervos, los cuales irradian el entrañable calor de la comunidad, el abrazo de sus símbolos y misterios. En ellos resuena el bullicio fundacional, la desmesura de los nativos conquistados mientras acompañaban la peregrinación de los santos.
Situada entre la tradición y la ruptura, la pintura de Mon Laferte reivindica el arte que emerge desde la comunidad, prestando especial atención a la potencia comunicativa del exvoto. Plegaria dirigida a la deidad o a nuestros propios tótems, constituye una incursión en los territorios de lo mágico y lo personal en busca del don por la ofrenda. En la zona de verdades y extrañezas que es el arte, la melancólica mirada de Mon Laferte impregna el ánima de la escena, susurrando un anhelo sereno. Así, en el elogio del amor, la escena minimalista y la muchedumbre reconocemos nuestra humanidad, irreductible de deseos, junto a la apelación azteca a la muerte, amiga catrina y hermético alacrán.