En “Si Vis Pacem, Para Bellum” (Si quieres paz, prepárate para la guerra), el artista torna visible esta vertebra dura del sistema, de orwelliana dicotomía. En los paisajes del presente la paz es confrontacional y el poder se vanagloria tras su plástica y sonriente careta.
JP Neira construye una perspectiva de la globalidad y su conflictiva cotidianeidad. Evoca a una naturaleza irremediablemente perdida, en que el paisaje es privatizado en pos de la devastación, ganancia y frivolidad. En este contexto, guerra y paz participan de una particular ecopolítica, cuyos relatos oficiales resultan distópicos.
JP Neira reivindica el oficio y la mirada incisiva del arte. Tal como el propio artista señala: “La pintura es, a mí modo de ver, una herramienta poderosísima que no se debe desaprovechar, más aún en este mundo actual, donde las imágenes circulan por todos los bolsillos. La pintura sigue teniendo esa poesía, esa magia, y por sobre todo, la nobleza de ser imágenes construidas con las manos, como lo hicieron los pintores antiguos, que pintaron sus verdades para que las conociéramos nosotros, ahora, en el futuro…”