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«Luego de un viaje en el que recorrió gran parte de las instalaciones de las antiguas salitreras del norte chileno, oportunidad en la que además tuvo la ocasión de apreciar el inusual fenómeno del desierto florido, Erich Sepúlveda se encerró en su taller con la intención de recrear la luz y las tonalidades únicas que brinda el paisaje tórrido de esa región. De esta forma, sus pinturas reflejan el efecto que el exceso de luz provoca sobre la vista del espectador y los agudos contrastes que generan los escasos espacios de sombra y oscuridad dentro de la inmensidad abrasadora del desierto. Elementos abandonados, como una vieja camioneta o una silla que parece mecerse al ritmo del viento de la pampa salitrera, dan cuenta de una realidad deshabitada, olvidada incluso por la memoria de quienes fueron alguna vez sus habitantes.»
Fuente: lajugueramagazine.cl