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En la pintura de Álvaro Miranda pareciera revelarse la profunda determinación del artista por cristalizar momentos de máxima energía y misterio. Desarrollada en los espacios de lo onírico y lo primordial, su pintura configura un delicado equilibrio entre lo que se revela y lo que se sugiere. Como surgidas de un universo caótico e informe, las figuraciones de Álvaro funcionan como mecanismos de una orgánica poética y misteriosa.
El artista explora diversos elementos de su interés: lo femenino, lo onírico, lo chamánico y lo maquínico. En su particular representación confluyen las miradas de la América prehispánica, irremediablemente perdida, así como la analogía y figuración heredadas del Renacimiento y del arte que desembarca en nuestro continente a partir de su descubrimiento y conquista.
En este sentido, la obra de Álvaro conecta con una tradición sincrética del arte en nuestro continente que, a modo de ejemplo, hizo espacio y tornó visibles las omisiones, injusticias y a los olvidados de nuestra historia en el muralismo mexicano de Rivera, Orozco y Siqueiros.
En la presente muestra, Álvaro es a partes iguales artista y descubridor. Impulsado por la innata curiosidad del oficio creador, sus pinturas funcionan como ejercicios chamánicos, en que convoca a una naturaleza primigenia y de elementos simbólicos, junto a una humanidad que en ella se equilibra y se transmuta. Mujeres, navegante, animales y chamanes desdibujan sus límites y su corporeidad, integrando una relación fluida con las atmósferas que les rodean.